Con el índice a la alta en muertes por Covid se nos ha olvidado un grave problema que sigue apilando cadáveres en la morgue y en fosas clandestinas, sí, el de las masacres perpetradas por el crimen organizado a lo largo y ancho del país.
Tan solo esta semana se han reportado un total de 58
cadáveres encontrados en fosas clandestinas en el estado de Guanajuato, muchos
de ellos con visibles signos de tortura.
Este miércoles se localizaron 8 cuerpos, 6 hombres y 2
mujeres, a las afueras de ciudad Chihuahua, las autoridades indicaron que las
víctimas fueron levantadas en el municipio de Aldama.
7 cadáveres que aún no han sido identificados fueron encontrados tirados sobre la carretera Tarecuato-Los Huacares, en Tangamandapio, Michoacán.
En Puebla, 6 cuerpos más fueron localizados en diferentes
municipios.
Y así pudiéramos seguir si contabilizamos las muertes por
ejecución de células criminales de la semana pasada, y la anterior, y así
sucesivamente.
Al parecer el apotegma de Andres Manuel López Obrador,
presidente de México hasta el 2024, de “abrazos no balazos”, ha sido tomado por
los criminales como una debilidad de Gobierno Federal que no ha hecho más que
acusar a gobiernos anteriores neoliberales sobre la violencia que impera en
nuestra nación.
Aunque de cierto modo López Obrador tiene razón, pues durante
sexenios se dejó crecer y protegió a cárteles de la droga, el mismo mandatario
aseguró, estando aún en campaña, que al llegar la denominada 4ta Transformación
a Los Pinos la violencia en México iba a terminar.
Eso mismo siguió pregonando a su llegada al poder, pero
descartando un combate frontal contra los ejércitos bien armados del crimen
organizado.
Ni en los verdaderos conflictos armados sucede lo que en
México, si en Estados Unidos, Francia o Inglaterra murieran 40 mil personas por
año víctimas del crimen organizado sería una catástrofe y no habría mandatario
que quisiera seguir al frente de su Gobierno, pero aquí, en nuestro México
Mágico, las cosas son muy diferentes.
A principios de año se estimó que tras 9 largos años de guerra
en Siria habían muerto 380 mil personas, 115 mil de ellas civiles; el conflicto
de Irak, que tuvo una duración de 8 años, registró, según cifras oficiales, 460
mil muertos.
Pues en México en los años 2015, 2016, 2017, 2018 y 2019 han
muerto más de 137 mil personas, además de que, según se estima, a ese número
podrían sumarse este 2020 un total de 40 mil víctimas.
Las cifras son muy similares a las mencionadas anteriormente
en países con conflictos bélicos, ¿la diferencia?, pues que en México no
estamos en guerra.
México es un Estado fallido desde hace años, pero hoy más
que nunca el presidente en turno se ha aferrado a hacer creer a las masas que
se está trabajando para restablecer la paz en el país, que la violencia es
legado de sexenios anteriores y que en 6 años no se puede limpiar el cochinero
que les dejaron.
Y sin propuestas claras ni compromisos serios, será
imposible ya no digo revertir, sino disminuir el número de ejecuciones que han
dejado, por años, de luto a miles de hogares mexicanos.
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